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soy creador 

Nos interesa escuchar y leer otros relatos, otras historias, otras voces. Aquí podrás participar, ya que somos un espacio que se conecta con otras realidades y que comprende la diversidad como la oportunidad por excelencia de crecer.

¡Recuerda Cree y Crea!

Aguacero de marzo

Por: Yenifer Bravo - Estudiante 

Después de un año sin habitar una sala de teatro, Gestos Mnemes abrió su espacio. Reencontrarse con los amigos y hacer en la sala un ruido unísono tiene que considerarse algo mágico, como un tipo de purga. Aquella obra que fuimos a ver y sentir se titulaba “habladurías femeninas”, por supuesto iba con la risa predispuesta al pensar que era una comedia, de hecho, desde antes de ingresar a la obra yo ya tenía en los labios una hiperbólica risa. Recuerdo que afuera todos hablaban, no recuerdo qué, el sonido era masivo; había una lluvia que humedecía y refrescaba la noche, como si nos preparara las calles para respirar un aire más fresco después de la función. Adentro, ambientaba lo que a mis oídos era un bullerengue, daban ganas de levantarse y bailar con cada persona, de cantar con ese sabor que se sentía en la piel; pero todo eso se redujo a un café, un simple café. No puedo describir con palabras verosímiles las sensaciones con las que salí de aquella obra; sentí como si me hubieran sacado el corazón y estuviera en mis manos, sensible, frágil, taciturno. Todo se sintió tan propio: el café, el bullerengue, Freidel en escena y los amigos que llenaban el aire de cálidas palabras, la sala que nos acogió e hizo sentir que todo estaba bien.

 

 La lluvia sí nos preparaba, nos abrazó esa noche al igual que Gestos Mnemes.   

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Ana Franco - Estudiante

¿Por qué actuar?

- Antes de contestar, quiero que pares un momento e imagines un mundo gris. Se ve tenebroso y escalofriante ¿verdad?

Pues ahora bien, actuar es uno de los sucesos más valientes y un tanto complejos que podría existir en el mundo del arte, y en el mundo común. Porque en el momento de hacerlo, le estás dando vida a un ser ficticio, que si bien podría existir, no eres tú, y para lograrlo te saliste de tu piel para encarnarlo.

Es un acto valiente, porque cuando pisas el escenario, llega un momento en el que te enfrentas contra ti misma, y en el momento de reconocerte tan real y llena de desequilibrio, el golpe es tan fuerte que vas aprendiendo a quererte y a conocerte, mientras que antes ni sabias quien eras.

Actuar te obliga a estar pisando el aquí y el ahora, en un tiempo tan real que no tienes como preocuparte si pagaste las cuentas, si tu futuro será prometedor, si vas a encontrar algún día aquello que te hará feliz de una vez por todas. Te hace entender por cualquier lado, que la felicidad ya habita en ti desde que haces aquello que te mueve las fibras, sin importar si complaces a otros o no, pero lo haces por ti, y eso es tener paz.

Muchas personas tienen un horario establecido lleno de medicamentos contra el estrés, la depresión, la ansiedad, la diabetes, el asma, el colesterol, entre tantos padecimientos que podría generar una vida robótica e impuesta por un sistema que ya está organizado, mientras que el que está en el escenario, está parado justamente en su medicina infalible, un lugar en donde todo está en constante movimiento y transformación, y que aunque tenga parámetros establecidos, nada será igual, y podrás desinhibirte en cada movimiento hecho por tu cuerpo orgánicamente, dejándose llevar por la energía del cuerpo y la que transpira esas cuatro paredes llamadas teatro.

Cuando actúas, no solo ocupas tus vacíos constantes, sino que además llenas de colores, ilusión y esperanza a las personas que realmente aprecian el arte, y son sensibles ante la magia que embarca contar historias. Quizás en medio de éstas, hay mensajes ocultos que podrían llegar hasta lo más profundo de las cargas que pesan en la humanidad. Podrías curar a alguien que te ve, sin tu darte cuenta, incluso curar tu misma alma.

Tenemos la libertad de protestar, transmitir, de hacer críticas sutiles a lo que no está bien en la sociedad, a lo que aún se podría considerar marginado, o envuelto en corrupción. También tienes la potestad de expresarte sin miedo a ser señalado por pensar diferente y ver las cosas con más tacto y justicia.

Actuar te hace entender que no existen las imposibilidades, y que si quieres ser un astronauta, lo único que necesitas es ponerte el traje, cerrar los ojos y revelarle al mundo que de verdad eres un astronauta. Te muestra que si es posible un mundo de fantasía, donde un conejo habla y te da consejos, donde los hechizos mágicos de una bruja, son esenciales para enseñar lo que realmente importa. Te da la posibilidad de envejecer, y mirar con ojos sabios, de volverte niño y recordar la capacidad de sorprenderse con el nacimiento de una flor. De revolcarte en el piso, de saltar tan alto como quieras, visitar Francia, tener un enamorado, viajar a los años 80’s, quizás a la época de 1800 y recordar la primera pandemia. Te da la posibilidad de apartar tu cruda realidad e inyectarte vibraciones energéticamente altas. Que no necesitarías ser un diputado, para conocer realmente lo que es alcanzar el poder, un poder humilde y consiente, un poder que se te otorga, para simplemente ser feliz.

Después de todo lo anterior, ni yo podría imaginar un mundo gris, y la actuación a mi parecer, le da todos los colores al mundo. Y me ha dado el título, diploma, cargo, empleo, dinastía, como lo quieran llamar, más inmenso y hermoso, con el que puedo pintar sonrisas, llanto, asombro, miedo, esperanza, ternura y un paisaje eternamente florecido.

- Por eso actúo.

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